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Día de muertos, celebración mexicana
Día de muertos, celebración mexicana
Tiempo de humor y creatividad, cualidad en la que el mexicano se pinta solo y es así como cada año se prepara para recibir el Día de Muertos y recordar a los seres que ya no se encuentran en este mundo y que, según la leyenda, ese día bajan a convivir con sus familiares. Tradición adquirida de las culturas mesoamericanas que veían a la muerte como un proceso de purificación; un paso más a la vida eterna llena de luz y tranquilidad. Esta costumbre con el tiempo ha sido enriquecida e incluso adaptada en diferentes partes del mundo.
En México y sobre todo en la capital, sus calles se llenan de color anaranjado con flores de cempasúchil y el arte en todo su esplendor se hace presente, como en las catrinas del artista plástico José Guadalupe Posada, en sus murales y litografías, íconos para esta celebración. También otros artistas más contemporáneos plasman su admiración a esta tradición de una forma vanguardista, ya sea en composiciones fotográficas con imágenes reflexivas, en manualidades hechas con papel maché, esculturas de plastilina y arcilla; espectáculos de música con bellos sones para la ocasión o con danzas rituales. Las letras no pueden faltar y se ponen de fiesta con las famosas calaveritas que hacen reír con sus versos irreverentes, mientras la gente mayor crea una atmósfera de misterio con sus historias y leyendas.
Recordar y llevar una ofrenda al ser que partió es el objetivo de los altares de muertos, espacio destinado en donde se emula el contexto personal y social del ausente, donde cada cosa colocada está llena de significado. Lo más común en un altar es el agua, pan de muerto, comida, mirra, incienso, velas, flores y por supuesto una imagen de la persona a quien se le brinda el altar.
Ese día las bellas artes se visten de catrina para ver tan sólo por un instante a la muerte con humor en compañía de una rebanada de pan de muerto y una taza de chocolate caliente.
Por Citlalli Delgado