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Los Parachicos de Chiapa de Corzo

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Los Parachicos de Chiapa de Corzo

 

La fiesta tradicional de Chiapa de Corzo se lleva a cabo en el mes de enero de cada año. Es una fiesta en honor del Señor de Esquipulas o de los milagros y de dos santos católicos: San Antonio Abad y San Sebastián, siendo honrado principalmente este último.

Esta festividad fue inscrita en el año 2010 en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco bajo la denominación: “Los Parachicos en la Fiesta Tradicional de Enero de Chiapa de Corzo”.

La fiesta abarca diferentes aspectos como ceremonias, música, danza,  artesanías y gastronomía. La danza es en particular una ofrenda colectiva a los santos venerados, la ejecutan los Parachicos llamados así los bailarines y al tipo de baile que ejecutan con la cuál recorren toda la localidad llevando las imágenes santas y visitando diversos lugares de culto, sus danzas comienzan por la mañana y finalizan por la noche.

La indumentaria que portan los danzantes son camisa y pantalón negro, sarapes, chales bordados y sonajas llamadas chinchines que dan ritmo a sus bailes. Cubren su cara con máscaras de madera tallada pareciendo rostros de europeos con ojos azules o verdes, barba de candado y como sombrero llevan una montera de fibra de ixtle a manera de peluca de cabello rubio y de la cual cuelgan listones de colores, representando a los españoles de la época de la conquista.

Dirige la danza un patrón, portador de la máscara de expresión severa, una guitarra y un látigo, que toca la flauta acompañado por uno o dos conjuntos musicales autóctonos llamados tamborileros. Durante la danza, el patrón entona composiciones breves en verso llamadas loas a las que los Parachicos responden con aclamaciones. Los niños que participan imitan los movimientos de los adultos por lo que la danza se transmite y se aprende al mismo tiempo que se ejecuta.

La técnica de fabricación de las máscaras también se transmite de generación en generación, desde la tala y el secado de la madera hasta la ornamentación final, pasando por el modo de esculpirlas.

La danza de los Parachicos penetra todos los ámbitos de la vida local, favoreciendo el respeto mutuo entre las comunidades, los grupos y las personas, en una tradición de casi tres siglos en la que participan miles de personas.

 

Por Patricia Tapia Zatarain