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El arte de convivir en pareja
La convivencia matrimonial es el arte de todas las artes; dominarlo requiere de muchos elementos y factores. Los conceptos poéticos de que “los dos somos uno” y “hasta que la muerte nos separe” son incompatibles con la realidad. El matrimonio debe ser la unión de dos 100%, no de un 50% y un 50%, toda vez que ambos cónyuges deben aportar el 100% de su paciencia, de su tolerancia, de su amor y su comprensión para alcanzar el éxito en su matrimonio.
El arte de convivir en pareja es el arte de amar y perdonar. Qué difícil es amar y perdonar cuando no se nos ha enseñado a hacerlo, cuando se nos ha condicionado a exigir, a no ceder; es por eso que si desean tener un matrimonio feliz, un matrimonio de éxito –que no es tan difícil–, me permitiría hacerles algunas sugerencias.
Algunas personas somos “candiles de la calle y oscuridad de nuestra casa”, es decir: somos corteses, agradables, atentos y considerados con los demás, pero con nuestra familia cambiamos nuestra actitud, quizá porque consideramos que no necesitamos demostrar nada, ni quedar bien; que nuestro cónyuge e hijos deben aceptarnos como somos realmente y aquí surge la pregunta, ¿es que somos corteses o amables sólo por pose social? Realmente no lo creo, sin embargo, dentro de las relaciones que se dan en la familia, existen ciertos aspectos claves que nos pueden ayudar si es que deseamos un buen matrimonio.
1. Manifieste un interés real y sincero por su cónyuge: Al manifestar un interés por nuestro cónyuge le estamos diciendo: te amo, te necesito, me importas. Este interés debe ser en función de cómo se siente, cómo está, qué le inquieta, etc. Inténtenlo mutuamente y apliquen la regla de oro en las relaciones humanas: tratar a otros como deseas que te traten a ti mismo.
2. Sonría a su cónyuge: Sonreír aligera las tensiones, es el primer paso para mantener el buen humor, nos hace sentir bien y hace sentir bien a los que nos rodean.
3. Comuníquese con su cónyuge: La comunicación no sólo es verbal; mírense, tóquense, siéntanse, platíquense ambos los detalles más sencillos e íntimos de su día, no importa que parezca muy cotidiano, ejerciten su habilidad para escuchar y hablar, intenten que sólo uno de ustedes hable durante unos minutos, mientras el otro escucha y viceversa
Fragmento de la obra “Aprendiendo a ser buen padre”. Autor: Pablo Zamora.