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Credo de un triunfador
Tres jóvenes se inscriben en la universidad, son amigos y provienen de familias muy humildes; por lo tanto, tendrán que trabajar y estudiar para poder graduarse. Pero resulta que al paso de los años solo uno se graduó.
¿En qué momento podríamos haber pronosticado este resultado?
Lo podríamos haber hecho desde el día en que se presentaron en la ventanilla de la universidad a solicitar la información para inscribirse. Fernando fue a solicitar información cuando en realidad no creía poder terminar la carrera, ya que piensa que esto sería muy difícil dada la situación que enfrenta en la actualidad y que con el tiempo seguramente se irá agravando. Fernando carece de fe en lo que va a emprender y así se lo comenta a sus amigos, entre los cuales se encuentra Susana. Ella dijo que sí iba a concluir sus estudios y que por esta razón se inscribió aunque no se cree. Es decir, dice que cree pero no cree verdaderamente, abriga dudas en su inconsciente.
Finalmente Pedro, el tercer joven, desde que era un niño pensó en terminar una carrera; en aquel entonces pensaba en estudiar derecho y se imaginaba ejerciendo como tal. También calculaba los años que le llevaría salir de la universidad. Nunca pensó otra cosa con respecto a su futuro profesional que no fuera el convertirse en profesionista, nunca se vio haciendo otra cosa. No pensó siquiera en la opción de no estudiar, en su mente no había otra opción: él terminaría una carrera. Tenía fe en su meta. Finalmente Pedro fue el único que concluyó sus estudios y ejerció como profesionista.
Más que cualquier otro factor, las dudas y los temores que interior o exteriormente se abrigan con respecto a las metas o sueños determinan si estos se cumplen y se convierten en realidad.
Siempre que puedas o encuentres la forma de luchar contra estos pensamientos ¡hazlo!
- Cada persona tiene el poder y el deber de forjar su propio destino.
- Tu suerte no depende del azar. Tus logros no están en ninguna rueda de la fortuna o lotería.
- El éxito no depende de lo mucho o poco que tengas en cosas o dones, sino de lo que puedas hacer con lo que cuentas y cómo desarrolles lo que tienes en la actualidad.
- ¡El éxito no es una casualidad! ¡Es resultado de ciertas actitudes y acciones!
- Estás dotado con dones y talento necesarios para lograr tus propias metas.
- Fuiste creado con un propósito que debes cumplir.
- El ladrón, el asesino y el deshonesto no logran el éxito verdadero. No existen atajos en el camino del éxito. El fin no justifica los medios.
Fragmento de la obra “Aprendiendo a ser buen padre”. Autor: Pablo Zamora