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Hijos exitosos con amor y firmeza
Educar a nuestros hijos es una tarea diaria que tenemos todos los padres de familia, enfrentándonos a problemas de conducta, falta de respeto hacia toda autoridad, pereza y principalmente a una relación virtual y amorosa que la mayoría de adolescentes y niños llevan con su preciado e inseparable amigo el celular, ¿qué te parece?, ¿te suena familiar? Y qué decir de la enfermedad llamada codependencia emocional, pero te has preguntado, ¿por qué está pasando todo esto? Quizá los que somos papás de adolescentes en nuestro tiempo no lo vivimos, cuántos problemas, cuántos comentarios escuchamos día a día pero, ¿qué estamos haciendo para mejorar?
Cada hijo es un maestro correcto y maravilloso que Dios nos presta para que lo eduquemos, guiemos y hagamos de él un ser humano independiente, seguro, amoroso, servicial y productivo, un hombre hecho y derecho como se dice coloquialmente. Todos queremos ese resultado, pero sucede que cada hijo es diferente y no trae un manual bajo el brazo donde diga cómo educarlo correctamente. La pregunta sería, ¿qué hago?... no sé qué hacer con este muchacho, puros dolores de cabeza…pero, te has puesto a pensar qué tipo de padre eres, identifícate:
Padre permisivo: son los papás que a todo permiso siempre dicen sí, sus hijos van donde quieren, su mal comportamiento siempre es justificado por alguno de los padres o por los dos. Tienen como resultado hijos con problemas de adicciones, baja autoestima y piden a gritos que los ayuden y corrijan.
Padre controlador: estos papás interfieren en la vida de sus hijos en todo momento, su opinión es la única que vale, les gusta escoger hasta la carrera que estudiarán sus hijos, con quién se casarán, sus amigos y obligan a sus hijos a realizar actividades que ellos no hicieron. Quieren prolongar su vida en sus hijos. Como resultado tendrán hijos mentirosos, inseguros que estarán listos para dejar su hogar de forma rápida.
Padre competitivo: son los papás que tienen una constante competencia con sus hijos, siempre son mejores que ellos o lo hicieron mejor, no hay nada oculto para ellos sus hijos estarán lejos de tener humildad, serán difíciles de tratar, tendrán pocos o ningún amigo, nadie quiere estar con una persona sabelotodo y soberbia.
Padre amigo: es el mejor amigo de sus hijos, quiere vestirse como él, habla como él, quiere convivir con su entorno. El peligro más grave es la falta de respeto del hijo para con él, es una persona que no respeta reglas, ni quiere tener obligaciones.
Padre proveedor: su lema es "yo mantengo esta casa, merezco respeto y quiero descansar" Este papá quiere compensar su falta de atención, respeto, cuidado y compañía con regalos, sus hijos no lo respetan, lo ven como una máquina de hacer dinero o un banco y buscan la presencia del padre o la madre en otra persona.
Padre malo: es aquel tan malo y despiadado que enseña a sus hijos a tener respeto, responsabilidad y obligaciones. Mantiene comunicación y atención en ellos, castiga cuando es necesario, está al pendiente de cómo ayudarlos. Educa con el ejemplo y aunque le duela se mantiene firme en las decisiones que toma en su educación. La relación de padres malos es de apoyo mutuo entre ambos y tiene como resultado hijos seguros de sí mismos que logran desarrollarse en la vida de manera positiva.
Quiero que una vez que te identifiques con alguna de estas clasificaciones, pongas acción en tu vida, si no sabes cómo hacerlo, busca ayuda, hoy en día hay excelentes psicólogos u orientadores que podrán darte técnicas para que puedas ir solucionando la comunicación y comprensión con tus hijos. Nadie es perfecto, todos cometemos errores, lo terrible es saberlo y no corregirlo, mejor ten humildad y reconoce que puedes mejorar y conviértete en un mejor papá, realmente vale la pena.
Nuestros hijos son lo más maravilloso y extraordinario que Dios nos ha dado. Piensa: son carne de tu carne, sangre de tu sangre, valen todo, por ellos nunca te canses de luchar, ten paciencia, acércate y acércalos a Dios. Sé un ejemplo para ellos, duplícate con todo tu amor y no olvides que a las palabras se las lleva el viento.
¡Tú puedes hacerlo! Solamente ten amor y firmeza.
Por Rocío Arce H.