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Ser padres de un adolescente
Sin duda alguna la paternidad no es una tarea fácil, pero ésta se vuelve más compleja cuando nuestros hijos son adolescentes. Pero, ¿qué es la adolescencia? Es la etapa que viene después de la infancia y antes de la edad adulta, generalmente comprende entre los 10 y 12 hasta los 19 o 20 años. Durante este período se producen una seria de cambios físicos, emocionales y psicológicos importantes que transformarán al niño en un joven preparado para la edad adulta.
Cambios físicos: El crecimiento de cada individuo se da de manera diferente dependiendo de su origen étnico, constitución genética y contexto sociocultural; y de manera no homogénea, es decir, inician el crecimiento pies y manos antes que piernas y antebrazos, le siguen muslos y brazos, la cadera, los hombros y el tronco. En los niños empieza el crecimiento de los testículos, la producción de acné, adquisición de fuerza muscular, aparece vello en el bigote y se torna más grueso el vello en piernas y brazos, la voz también se hace más gruesa. Las niñas empiezan su crecimiento aproximadamente 2 años antes que los niños, mostrando desarrollo en sus senos, aparece el vello corporal, púbico y en las axilas, inicia la menstruación y la producción de granos y espinillas.
Cambios psicológicos: Esta etapa determina la identidad de cada joven, pensar quién es y quién quiere llegar a ser hace que exploren distintas identidades, dejan de pensar y expresarse como niños para dar cabida al adulto que les gustaría ser. Empiezan las preocupaciones por su físico, su manera de vestir, como transmiten sus ideas y la aceptación con el sexo opuesto.
Muchos de los cambios que percibimos en nuestros hijos nos permiten recordar nuestras vidas en esa etapa, pero el contexto sociocultural y el avance tecnológico crean un panorama muy distinto: aparece el ciberespacio y con él los ciberamigos, las ciberrelaciones, el ciberbulling y el cibersexo, peligros latentes para nuestros hijos, pero también un contexto educativo e informativo muy amplio. Es necesario limitar el tiempo que emplea nuestro hijo en estas actividades y supervisar lo que hace y escucha.
Algunos padres dan demasiada libertad a sus hijos, exponiéndolos a peligros de salud y seguridad; otros los reprimen en extremo evitando su crecimiento mental y madurez. Es necesario enseñar responsabilidades, explicar que las acciones tienen consecuencias, establecer y respetar normas y facilitar experiencias.
Necesitamos conocer la vida de nuestros adolescentes dentro y fuera de la casa: qué hace, con quién convive, quiénes son sus amigos y quiénes son los padres de sus amigos; estar en comunicación constante con él, conocer sus pensamientos, sus ideas, sus aspiraciones, sus frustraciones y sus problemas. No siempre es posible establecer dicha comunicación pero debemos buscar ocasiones para propiciarla. Es común que los adolecentes vivan situaciones depresivas, de incomprensión y de aceptación que pueden generar en el consumo de alcohol, de drogas, en desórdenes alimenticios, inseguridad en su persona o llegar al suicidio.
Como padres es nuestro deber guiarlos, educarlos a través del ejemplo y el respeto, desarrollar en ellos la confianza en sí mismos, conocer y fortalecer sus debilidades, establecer metas altas y realistas, pero sobre todo brindarles amor incondicional.
Por Marcela Herrera Q