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Alicia, la mujer del pescador
Había una vez un pescador que vivía con su esposa en una choza miserable, a la orilla del mar, y quien todos los días iba a pescar. Estaba un día sentado con su caña en la ribera, con la vista dirigida hacia las claras aguas, cuando de repente vio hundirse el anzuelo y bajar hasta lo más profundo y cuando lo sacó, tenía un Gran Pez Azul, el cual le dijo: -"Te suplico que me dejes vivir, pues no soy un pez verdadero, soy un príncipe encantado., ¿qué bien te haría el matarme? No soy bueno como comida, ponme en el agua y déjame ir."- "Bien"- le dijo el pescador, -"no hay necesidad de tantas palabras, pues a un Gran Pez Azul que habla, ciertamente que lo dejaré ir."- Y lo puso en las claras aguas, y el Gran Pez Azul bajó al fondo, dejando un hilo de sangre detrás de él.
Entonces el pescador regresó a su choza le platicó lo acontecido a Alicia su mujer y está le peguntó: "¿Y a cambio, no le pediste nada para ti?”
-"No"- repuso el pescador. Entonces ella le dijo que debía pedirle una casa pequeñita. Al pescador no le gustaba mucho la idea, pero para no contradecir a su esposa, volvió al mar, busco al pez, se lo pidió y el pez lo complació.
Cuando el hombre regresó a casa, ya su mujer no estaba en un tugurio, sino en una pequeña casita. Todo marchó muy bien por una semana, al cabo de la cual la esposa dijo: Busca de nuevo al pez y pídele que nos dé un castillo. El pescador lo hizo y el pez se lo concedió.
Después de esto la esposa del pescador le dijo -Ve donde el Gran pez azul, y dile que quiero ser reina." Así lo hizo y el pez se lo concedió, pero después quería ser emperadora y después súper emperadora y después deseaba ser igual a como es Dios. Se lo pidió al pez y este dijo:"Pues ve con ella, la encontrarás en el antiguo miserable tugurio de nuevo." Y allí continuaron viviendo hasta estos días. La ambición sin medida, ni respeto, sólo conduce a la desgracia.
Fragmento de la obra “Había una vez” Autor: Hermanos Grimm