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El sastrecillo valiente

Art-17
El sastrecillo valiente

Una mañana de primavera se encontraba un humilde sastrecillo sentado junto a su mesa, al lado de la ventana. Estaba de buen humor y cosía con entusiasmo; en esto, una campesina pasaba por la calle pregonando su mercancía: -¡Vendo buena mermelada!, ¡vendo buena mermelada!- gritaba.

El sastrecillo le compró mermelada, cortó una rebanada grande de pan y le untó mermelada, dejó la rebanada sobre la mesa y continuó cosiendo; y tan contento estaba, que las puntadas le salían cada vez más largas.

Las moscas se amontonaron sobre el pan, irritado, el sastrecillo cogió un trapo y mató a siete moscas, creyéndose muy valiente exclamó:

- Esto tiene que saberlo toda la ciudad. Y, a toda prisa, cortó un cinturón a su medida, lo cosió y luego le bordó en letras grandes: ¡Siete de un golpe!

-¡Qué digo la ciudad! -añadió-; ¡el mundo entero tiene que enterarse de esto! -y su corazón palpitaba de alegría. Luego se apretó el cinturón y se dispuso a salir al mundo, convencido de que su taller era demasiado pequeño para su valentía. El camino lo llevó por una montaña, cuando llegó a lo más alto, se encontró con un gigante. El sastrecillo se le acercó con atrevimiento y le dijo:

 -¡Buenos días, camarada!

El gigante miró al sastrecillo con desprecio y le dijo:

-¡Quítate de mi vista, imbécil!, ¡miserable criatura!

-¿Ah, sí? -contestó el sastrecillo, y, desabrochándose la chaqueta, le enseñó el cinturón -¡Aquí puedes leer qué clase de hombre soy!

El gigante leyó: ¡Siete de un golpe! y, pensando que se trataba de hombres derribados por el sastre, empezó a tenerle un poco de respeto. De todos modos decidió ponerlo a prueba: agarró una piedra y la exprimió hasta sacarle unas gotas de agua.

-¡A ver si lo haces –le dijo-, ya que eres tan fuerte!

-¿Nada más que eso? -preguntó el sastrecillo-. ¡Para mí es un juego de niños!

Y metiendo la mano en el bolsillo sacó un queso y lo apretó hasta sacarle todo el jugo.

-¿Qué me dices? Un poquito mejor, ¿no te parece?

El gigante no supo qué contestar, y apenas podía creer que hiciera tal cosa aquel hombrecillo.

Y así, el sastrecillo siguió viviendo diferentes situaciones donde su ingenio fue  más poderoso que su fuerza real. Haciendo uso de su inteligencia superó los retos que se le presentaron logrando al final una grandiosa recompensa.

 

Fragmento de la obra  “Había una vez” Autor: Hermanos Grimm.