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El viajero extraviado
Érase una vez un campesino suizo, de carácter violento, poco simpático con sus semejantes y cruel con los animales, especialmente con los perros, a los que trataba a pedradas.
Un día de invierno, tuvo que aventurarse en las montañas nevadas para ir a recoger la herencia de un pariente, pero se perdió en el camino. Era un día terrible y la tempestad se abatió sobre él. En medio de la oscuridad, el hombre resbaló y fue a caer a un abismo. Entonces a gritos pidió auxilio, pero nadie llegaba en su socorro. Tenía una pierna rota y no podía salir de allí por sus propios medios.
-Dios mío, voy a morir congelado...-se dijo.
Y de pronto, cuando estaba a punto de perder el conocimiento, sintió un aliento cálido en su cara. Un hermoso perro le estaba dando calor con inteligencia casi humana. Llevaba una manta en el lomo y un barrilito de alcohol sujeto al cuello. El campesino se apresuró a tomar un buen trago y a envolverse en la manta. Después se tendió sobre la espalda del animal que, trabajosamente, le llevó hasta lugar habitado, salvándole la vida.
Con su herencia el campesino fundó un hogar para perros como el que le había salvado, lo llamó "San Bernardo".
Se cuenta que los perros de ese hogar salvaron muchas vidas en los inviernos y que adoraban a su dueño.
Autor: Anónimo