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La casita de chocolate
Dos hermanitos salieron de su casa y fueron al bosque por leña. Pero cuando llegó el momento de regresar no encontraron el camino de vuelta. Se asustaron mucho y se pusieron a llorar al verse solos. De repente vieron brillar a lo lejos la luz de una casita y se dirigieron hacia ella. Era una casita sorprendente. Tenía las paredes de caramelo y chocolate. Y como los dos hermanos tenían hambre se pusieron a chupar y comer la casita. Entonces se abrió la puerta y apareció una viejecita quién les dijo: Hermosos niños, ya veo que tienen hambre. Entren y coman cuanto quieran. Los dos hermanitos obedecieron confiados, pero en cuanto estuvieron dentro, la anciana cerró la puerta con llave, la guardó en su bolsillo y comenzó a reír…
Era una perversa bruja que se servía de su casita de chocolate para atraer a los niños que andaban solos por el bosque. Los desdichados niños se pusieron a llorar, pero la bruja encerró al niño en una jaula y le dijo: — No te voy a comer hasta que engordes, porque estás muy delgado— Y todos los días le preparaba platos de comida muy rica. Mientras tanto a la niña la obligaba a trabajar sin descanso. Cada mañana la bruja se fijaba si engordaba el niño pidiéndole que le enseñara un dedo. Pero como la bruja tenía muy mala vista, el niño, que era muy listo, le enseñaba un huesecillo de pollo que había guardado de una de las comidas. Y así la bruja quedaba engañada, pues creía que el niño no engordaba, le decía: — Sigues muy delgado.
Por lo que comenzó a prepararle mejor comida. La niña le llevaba la comida a la jaula llorando amargamente porque sabía lo que la bruja quería hacer con su hermano. Escapar de la casa era imposible porque la vieja nunca sacaba la llave del bolsillo y no se podía abrir la puerta. ¿Cómo harían para escapar' Un día llamó la bruja a la niña y le dijo: — Mira, ya me he cansado de esperar porque tu hermano no engorda a pesar de que come mejor que un rey—. Le preparo las mejores platos y tiene los dedos tan flacos que parecen huesos de pollo. Así que vas a encender el fuego enseguida. La niña se acercó a su querido hermano y le contó los propósitos de la malvada bruja.
Había llegado el momento tan temido. La bruja andaba de un lado para otro haciendo sus preparativos. Como veía que pasaba el tiempo y la niña no había encendido el fuego le gritó: — ¿Qué esperas para encender el fuego'— La niña tuvo entonces una buena idea y le dijo: — Señora bruja yo no sé encenderlo—, — ¡Qué tonta eres! — Contestó la bruja — Tendré que enseñarte, fíjate, se echa mucha leña, enciendes y soplas para que salgan llamas, ¿lo ves'— Como estaba la bruja en la boca del horno, la niña le arrancó de un tirón las llaves que llevaba atadas a la cintura y dándole un tremendo empujón la hizo caer dentro del horno. Libre de la bruja y usando las llaves abrió alegremente la puerta de la jaula y salieron corriendo hacia el bosque. Se alejaron y cuando encontraron el camino de regreso a su casa lo siguieron y llegaron sanos y muy felices.
Autor: Los Hermanos Grimm