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¿Quién fue Alejandro Magno?
Alejandro III de Macedonia, conocido como Alejandro Magno (El Grande). Nació el 20 de julio del 356 a.C., en Pella, la antigua capital de Macedonia, pequeño país del norte de Grecia; era hijo de Filipo II, rey de Macedonia, y de Olimpia, princesa de Epiro. La educación de Alejandro fue una de las más sólidas que conoce la historia, con un rudo entrenamiento físico y militar mezclado con la enseñanza del idioma griego, teatro, matemáticas, historia y geografía. Tuvo una institutriz llamada Lánice, que lo introdujo en la poesía griega.
Esta estricta educación no impidió que el niño recibiera afecto familiar. Su abuela paterna (llamada Eurídice) influyó en sus primeros catorce años quien junto con su madre le contaron historias relativas a sus antepasados: Heracles, Aquiles y demás héroes griegos. De esta manera se inculcó en él el culto al honor y el amor por la gloria. Así nació su sueño de competir con los semidioses y dioses griegos, y alcanzar igualmente la fama inmortal.
Para fortalecer su educación su padre escogió a Aristóteles como preceptor de Alejandro. Su debut como guerrero fue la máxima hazaña de un soldado: Alejandro salvó la vida de su general. Filipo recibió un golpe, cayó y se fingió muerto; el joven cubrió con su escudo el cuerpo de su padre y mató a los hombres que lo atacaron. Semejante hazaña incrementó la admiración de Filipo hacia su hijo. Cuando tenía dieciocho años, fue el encargado de hacer frente a la invencible Hueste Sagrada. Encabezó una furiosa carga de caballería contra el batallón sagrado, demostrando ser el mejor comandante de caballería del mundo. El carisma de Alejandro sedujo a los atenienses, quienes le rindieron todo tipo de honores y le concedieron la ciudadanía. Más tarde prometió públicamente que haría realidad el sueño de su padre, conquistar Asia. Durante las batallas Alejandro estaba siempre en los lugares de mayor peligro. Cruzó el Taurus e Issos, derrotó al principal ejército de Darío III. En el 332 a.C. conquistó Fenicia tras siete meses de asedio. Tomó Jerusalén y penetró a Egipto; es reconocido como faraón e hijo de Amón en Menfis. En Persépolis (330 a.C.) derrotó a otro ejército de Darío y ordenó asesinarlo. Alejandro adoptó el sello y la diadema del gran rey y mandó enterrar solemnemente a Darío, tras lo cual se casó con su hija Estatira. En 326 cruza el Indo y avanza hacia el este; vence al rey Poro. Sus soldados no quisieron intentar la conquista de toda la India. Alejandro decide el regreso. Estando en Babilonia, mandó ejecutar a los babilonios rebeldes y se consagró a organizar su enorme imperio. Se casa con Roxana y de esa unión nace póstumamente su único hijo, Alejandro IV.
Alejandro enfermó tras un banquete, posiblemente a causa de la fiebre tifoidea; aún enfermo fijó la fecha para el inicio de la expedición de Arabia. El 10 de junio, según el calendario macedonio, muere en Babilonia, sin haber cumplido los 33 años. Fue más que un gran guerrero, siempre marchaba a la cabeza de la tropa. Su historia es la de un joven que se atrevió a luchar por sus sueños, mismos que implicaban alcanzar sólo lo que los dioses y semidioses habían logrado, y que tuvo el coraje y tenacidad para atreverse a intentar lo que expertos y sabios consideraban imposible de hacer. Del joven que inspiró a otros soñadores, hombres y mujeres de todas las razas que siguieron el principio de que lo imposible está en la mente y no en el corazón.
Fragmento de la obra “Biografías que inspiran”. Autor: Pablo Zamora