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La charrería en México
En México la charrería data desde el siglo XVI cuando había grandes haciendas y ranchos en los se realizaban labores como traer de las porciones de tierra donde se criaba ganado las enormes manadas de caballos y vacas para ser marcados o herrados. Participaban en esta tarea tanto los peones como los hacendados dando lugar a una serie de suertes, también algunas veces participaban las esposas e hijas de los hacendados que se unían a los grupos de charros en sus actividades ecuestres.
Después de marcar un animal, aprovechando que estaba tirado, el charro se montaba en él para demostrar su habilidad como jinete, al tiempo que el animal se ponía en pie y comenzaba a brincar tratando de tirar al jinete, a esta peligrosa actividad se le conoce como jinetear. Una de las suertes charras más admiradas es el peligroso "paso de la muerte", que implica cambiar de montura de un caballo a otro cuando están en plena carrera.
Para lazar un novillo se da el floreo con la reata, el charro debe agitar la reata en el aire hasta formar un círculo perfecto dentro del que el animal queda atrapado, también florean la reata formando un círculo dentro del cual deben saltar horizontal y verticalmente sin dejar de agitarla en el aire.
La práctica de la charrería requiere de una gran habilidad, que se logra con práctica y entusiasmo ya que es un ejercicio muy extenuante. Incluye no sólo saber lazar un novillo o montar magníficamente a caballo, sino también cómo portar el traje, cómo llevar el sombrero, cómo sentarse o cómo tratar a una dama.
La charrería es una gran tradición mexicana, única en el mundo que no debe perderse porque es parte de nuestras raíces y de nuestro pasado histórico.
Texto editado por Patricia Tapia Zatarain