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Avistamiento de ballenas grises
Una de las excursiones más bellas que existen en México es el avistamiento de ballenas grises en el Santuario de ballenas de El Vizcaíno que incluye las lagunas Ojo de Liebre, Guerrero Negro y San Ignacio ubicadas en el centro de la península de Baja California, entre el Océano Pacífico y el Mar de Cortés.
Estos gigantes del mar que llegan a pesar hasta 35 toneladas y miden de 12 a 15 metros de largo hacen una travesía de 12 mil kilómetros permaneciendo en costas mexicanas durante el invierno y emprenden el viaje de regreso a finales de marzo.
La migración se realiza desde las heladas aguas del Ártico, hasta las frescas corrientes de la península de Baja California, lugar perfecto para ellas ya que posee un agradable clima, aguas poco profundas y una abundante vida marina. Esta travesía es un milagro de vida y supervivencia, en México reciben protección al igual que en otros países, que han promovido su reproducción a lo largo de las últimas décadas.
El paseo para avistar ballenas se convierte en una agradable e instructiva excursión, que puede hacerse a través de guías y tour operadores quienes realizan viajes para ir a su encuentro en pangas o embarcaciones que varias compañías ofrecen desde diversos sitios de Baja California. De esta forma podemos observarlas y convivir con ellas, aunque sea por unos minutos. Imagine verlas saltar sobre el mar, sacar su enorme cabeza, expulsar agua por los orificios nasales o acercarse a su ballenato, sin duda una experiencia inolvidable.
Para quienes no desean embarcarse pueden observar desde la playa auxiliados de potentes binoculares, sólo es necesario encontrar un buen punto y tener mucha paciencia.
No solo la ballena gris inverna y se reproduce en las lagunas costeras de Ojo de Liebre y San Ignacio, también hacen lo propio la foca moteada, el león marino, el elefante foca del norte y la ballena azul, además es hogar de cuatro especies de tortugas marinas en peligro de extinción.
El Santuario de ballenas de El Vizcaíno es un refugio de vida salvaje que constituye el área natural protegida más grande de México. Declarada área natural protegida en 1988, para 1993 la UNESCO la incorpora a su lista como Patrimonio Mundial de la Humanidad por su valor excepcional como sitio natural.
Por Patricia Tapia Zatarain